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El botánico por definición
estudia las plantas y lo puede hacer desde un punto de vista biológico
(estudiando a cada especie vegetal por separado) o ecológico (estudiándolas en
conjunto, cuando forman comunidades). En el primer caso se habla de estudios
florísticos y en el segundo, de estudios de vegetación. Pero el trabajo de alguien
debe tener aplicación, pues de otro modo no tiene sentido. Debe ser útil para
algo, o para alguien. Con esto en mente, analizaremos entonces el quehacer del
botánico desde el punto de vista de los usuarios del producto de su trabajo. Para fines prácticos, el
quehacer del botánico puede tener usuarios directos o indirectos. Los usuarios
directos son aquellos que tienen contacto personal con el botánico y pueden
influir en la manera en que éste realiza su trabajo. Es trabajo “hecho a la
medida.” En este caso tenemos por ejemplo la asesoría que presta a las
Consultorías sobre Impacto Ambiental, que consiste en elaborar listados florísticos
de las especies leñosas presentes en los predios sujetos a evaluación, con
especial interés en las especies que pudieran ser endémicas o estar sujetas a
algún grado de protección (especies listadas en una Norma Oficial Mexicana).
En esta categoría se encuentra también el servicio de identificación que
presta el botánico a aficionados a la jardinería, agrónomos y otros
individuos. Estas actividades, aunque son importantes y pueden ocupar una parte
sustancial de las actividades diarias del botánico, no tiene mucha
trascendencia. Por otro lado, el botánico
genera publicaciones de diversa índole para usuarios indirectos, que con
frecuencia nunca conocen al autor o incluso siguen usando su trabajo más allá
de su muerte. Estos productos son por lo tanto mucho más trascendentes y
constituyen el objetivo principal de la actividad profesional de los botánicos.
Estas publicaciones científicas suelen tener límites geográficos o taxonómicos. Los listados florísticos y
las floras son productos que se limitan geográficamente. Los primeros
son el resultado de la exploración exhaustiva de una región seleccionada y
presentan con frecuencia resultados preliminares. En muchas ocasiones no son más
que listas de nombres científicos y referencias a ejemplares de herbario con
función de respaldo. Las floras son trabajos mucho más completos, con claves
de identificación, descripciones extensas de todos los taxa, datos ecológicos
y de distribución, muchas veces suplementados con mapas de distribución e
ilustraciones de algunas especies. Estas publicaciones a veces reciben el título
de “manuales.” En ocasiones a los listados florísticos se les asigna erróneamente
la categoría de floras. Debido a que estos trabajos con frecuencia presentan
errores más o menos numerosos son considerados poco rigurosos por ciertos
grupos de científicos, sin embargo son una parte fundamental para la exploración
de nuevas regiones y son fuente de ejemplares e información útil para trabajos
de mayor envergadura. Las revisiones y las monografías
son productos limitados taxonómicamente. Es decir, estudian todas las
especies que constituyen un grupo de plantas, sin importar en cual parte del
mundo se encuentren. Las revisiones se centran en el estudio taxonómico,
mientras que las monografías abordan, además del tratamiento taxonómico,
muchos otros estudios como morfología, anatomía, genética, etc.
Indudablemente las monografías ocupan el grado máximo en cuanto a rigor y
valor científico y con frecuencia se publican en los últimos años productivos
de los botánicos.
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Regresar a principal.© 2006. Eduardo Sahagún
Godínez.
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